
Un estudio académico a gran escala ha concluido que «no existe una mayor amenaza de propagación del COVID-19 en las instalaciones deportivas”, incluso cuando se lleva a cabo un entrenamiento intensivo.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Oslo, dirigido por el profesor Michael Bretthauer, investigó la transmisión del SARS-CoV-2 (el virus responsable del COVID-19), y si éste era atribuible a los gimnasios. «Nuestro ensayo no mostró transmisión de virus o aumento en la enfermedad del COVID-19 relacionada con la apertura de los gimnasios», dijo Bretthauer.
La investigación, la primera de este tipo en Europa estudió a 3.764 personas con edades comprendidas entre 18 y 64 años, que no presentaban patologías relevantes para el COVID-19. Aproximadamente la mitad (1.896) de las personas acudieron a los gimnasios, mientras que la otra mitad (1,868) un grupo de control, no tuvo acceso.
Los primeros tuvieron acceso a cinco gimnasios: SATS Sjølyst y CC Vest (dos clubs propiedad del gigante nórdico de fitness SATS), STOLT Stovner y Rommen (ambos operados de la cadena de gimnasios STOLT Trening) y EVO Bryn (un gimnasio operado por EVO Fitness Group).
Las instalaciones se abrieron a partir del 22 de mayo de 2020 exclusivamente para el estudio, ya que Noruega todavía estaba confinada. Las actividades disponibles en los gimnasios incluían servicios que los clubs normalmente proporcionarían, desde entrenamientos de suelo hasta clases grupales (incluyendo spinning y yoga).
Quienes visitaban el gimnasio tenían que cumplir con las normas de prevención del virus elaboradas por el Instituto Noruego de Salud Pública. Estos incluyeron distanciamiento social (un metro para ejercicios en superficie, dos metros para clases de alta intensidad), así como una mejor higiene de manos y desinfectantes para limpiar el equipamiento de entrenamiento después de cada uso.
El personal del gimnasio también controlaba el acceso a los gimnasios, para garantizar medidas de distancia y evitar aglomeraciones. Los vestuarios estaban abiertos, pero las duchas y saunas cerradas.
Después de dos semanas, el equipo de investigación evaluó a cada persona para el SARS-CoV-2 mediante un muestreo naso, orofaríngeo y de esputo autoadministrado, también hicieron una evaluación de enfermedades clínicas mediante la vinculación a registros electrónicos de pacientes después de tres semanas.
En el grupo que entrenó en el gimnasio, el 81.8% entrenó al menos una vez y el 38.5% visitó un gimnasio seis veces o más. De las 3.016 personas que devolvieron las pruebas de PCR de SARS-CoV-2, hubo una prueba positiva, pero, aunque la persona positiva era parte del «grupo de gimnasia», no había visitado el gimnasio antes de la prueba positiva y el rastreo de contactos encontró que en realidad había sido infectado en su lugar de trabajo.
Durante el estudio de tres semanas, no hubo visitas ambulatorias o ingresos hospitalarios debido la COVID-19 en ninguno de los grupos. Además, de 91 empleados que trabajaron en las instalaciones durante el período de prueba (91,2%) fueron analizados para detectar el SARS-CoV-2 y ninguno dio positivo.
En su conclusión, los investigadores declararon: «Manteniendo una buena higiene y rutinas de distanciamiento social, nuestro ensayo no mostró transmisión de virus o aumento en la enfermedad del COVID-19 relacionada con la apertura de gimnasios”
«Según la ley de emergencia, en Noruega todas las instalaciones se cerraron durante la pandemia por el supuesto de que la actividad física en los clubs aumentaría el riesgo de transmisión del virus y, por lo tanto, contraer la enfermedad del COVID-19 entre los socios y personal».
«Sin embargo, las medidas básicas de higiene de manos y distanciamiento social, una distancia de 1 a 2 metros entre las personas, son medidas importantes y de comprobada eficacia en cuanto a la protección contra la transmisión del virus. Además de económicas, son fáciles de aplicar y no requieren grandes recursos». En base a ello, los autores del informe sostienen que aplicando esas medidas “se podrían evitar los cierres y, por lo tanto, reducir los daños económicos sobre el sector del fitness”.
«Durante la pandemia del COVID-19, los países introdujeron medidas de cierre de importantes actividades sociales porque se suponía que las medidas básicas no serían suficientes para contener la transmisión del virus.”
«Nuestro ensayo buscó probar si es necesario el cierre de gimnasios, o si las instalaciones abiertas pueden proporcionar suficiente higiene y distanciamiento social para prevenir la propagación del virus. Si se pudieran lograr medidas de higiene y distanciamiento, asumimos que sería seguro abrir gimnasios e instalaciones deportivas”.
«Como muestran nuestros resultados, no hubo un aumento en la enfermedad relacionada con COVID-19 debido a la apertura de gimnasios e instalaciones de deportivas» Concluyen los autores de la investigación».
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